Rumba cubana y el merengue dominicano son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
También las fallas de Valencia y la cerveza belga.
El Comité Intergubernamental de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) anunció este miércoles, durante su reunión anual en Adis Abeba, Etiopía, que la rumba cubana, el merengue dominicano, la cerveza belga y las fallas de Valencia fueron declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Este Comité intergubernamental de la Unesco se reúne una vez al año para examinar el funcionamiento de esa convención, adoptada en 2003, y examinar las candidaturas de inscripción en sus listas.
La undécima reunión del comité, que se celebra en Etiopía, es la cuarta organizada en el continente africano, tras las de Argel (2006), Nairobi (2010) y Windhoek (2015).
La rumba cubana
Para la Unesco, la rumba cubana es "una expresión de autoestima y resistencia" que contribuye a la formación de la identidad nacional.
La delegación de Cuba dedicó este reconocimiento de la cultura y la identidad cubana a Fidel Castro, líder histórico de la Revolución fallecido el pasado viernes tras diez años apartado del poder.
La Organización decidió incluir la rumba cubana en la lista de bienes protegidos porque es un símbolo de toda la sociedad cubana y "defiende el derecho a la diversidad cultural basada en el respeto mutuo".
"La rumba cubana es una expresión del patrimonio oral e inmaterial donde coinciden con armonía la tradición y contemporaneidad", valoró.
La rumba, que surgió en las barriadas urbanas pobres de Cuba, está vinculada a la cultura africana, pero también posee algunos elementos característicos de la cultura antillana y el flamenco español.
"Por su naturaleza integradora y diversidad cultural, se convierte en una expresión de amplio alcance social", destacó la Unesco.
"La riqueza del ritmo, la gracia y la sensualidad de los bailes y cantos y la alegría que transmite, conecta con muchas personas, independientemente de su género, fenotipo, situación social o geográfica", añade.
El merengue dominicano
El Comité consideró que el merengue dominicano "desempeña un papel activo en numerosos ámbitos de la vida diaria de la población: la educación, las reuniones sociales y amistosas, los acontecimientos festivos e incluso las campañas políticas".
La Unesco destacó que este elemento del patrimonio cultural inmaterial "se transmite esencialmente mediante la participación y su práctica atrae a personas de clases sociales muy diferentes", contribuyendo a "fomentar el respeto y la convivencia entre las comunidades”.
La Organización destacó el hecho de que el merengue dominicano se baile en pareja, y subrayó el acompañamiento de "coqueteos y movimientos sensuales al compás de la música" tocada con instrumentos como el acordeón, el tambor y el saxofón.
Desde que en 2005 se proclamó el 26 de noviembre como Día Nacional del Merengue, todos los años se celebran festivales de esta práctica cultural tradicional en diversas ciudades de la República Dominicana.
El norte del país es considerado la cuna de este baile, aunque se ha extendiendo a Puerto Rico, Estados Unidos, Venezuela y Colombia, donde han surgido variaciones del mismo.
Cerveza belga
La Unesco acordó proteger esta tradición cultural alcohólica, que involucra a quienes producen, disfrutan y promueven la producción artesana de esta bebida.
Los expertos reunidos en la capital de Etiopía han valorado la extrema diversidad del arte cervecero en Bélgica, así como la intensidad con la que es consumida e integrada en la vida diaria y festiva de sus habitantes.
Bélgica cuenta con casi 200 fábricas de cerveza que producen 1.500 tipos distintos de esta bebida hecha con cebada fermentada, agua y lúpulo, muchas de ellas artesanales o cervezas especiales.
En este país europeo, la cerveza se somete hasta a cuatro procesos distintos de fermentación: la espontánea, empleada en la cerveza "lambic" (única en Europa); la alta o "ale"; la mixta, propia de las cervezas "tostadas"; y la "baja" o "lager", utilizada en la modalidad "pilsner".
La declaración subraya que la tradición cervecera de los belgas, pese a sus variantes y preferencias locales, refuerza su identidad como comunidad, ya que se practica en todo el país.
En cada provincia hay fábricas, clubes, museos (cerca de 30 en toda Bélgica), cursos, formación, eventos, festivales y restaurantes dedicados al este elemento líquido.
Hoy, la supervivencia de la tradición cervecera está a salvo gracias al conocimiento trasmitido por sus productores, que van desde pequeñas familias hasta comunidades de monjes trapenses y grandes empresas, subrayó la Unesco en su informe sobre esta elemento cultural.
Pero hubo un tiempo, tras las dos guerras mundiales, en que la cerveza belga estuvo en peligro: la grave crisis económica y la desaparición de las fábricas a gran escala confinaron a esta bebida a un consumo marginal y poco apreciado.
Desde 1975, la cerveza ha renacido gracias a movimientos reivindicativos de esta festiva costumbre, al conocimiento artesano trasmitido durante generaciones, al aumento de consumidores y a los elogios de expertos extranjeros.
Además de bebérsela, los belgas también utilizan la cerveza para cocinar, elaborar quesos lavados y acompañar determinados alimentos.
"El elemento es accesible a todo el mundo, hombres y mujeres, y no se impone a nadie", es otra de las razones apuntadas para proteger a la cerveza belga.
Las Fallas de Valencia
En Adis Abeba, el Comité valoró las Fallas como una expresión de "creatividad colectiva" que "salvaguarda las artes y oficios tradicionales".
Las Fallas, esculturas satíricas de corcho blanco creadas por artistas locales, "propician la comunicación y el diálogo entre los ciudadanos".
Cada 19 de marzo, miles de monumentos falleros levantados en medio de plazas y calles emblemáticas de Valencia son devorados por el fuego como acto de purificación y rejuvenecimiento a las puertas de la primavera.
El comité decidió incluirlas en la lista de bienes protegidos para responder a la "necesidad social" de preservar las artes y oficios tradicionales que de otro modo desaparecerían.
Según este organismo, la práctica de esta festividad cultural, transmitida en el seno de las familias, refuerza la cohesión social y favorece la creatividad colectiva de las comunidades.
Tras conocer la decisión, el concejal de Cultura Festiva de Valencia, Pere Fuset, remarcó que este reconocimiento supone una responsabilidad y un estímulo para buscar "la excelencia de la fiesta y la mejora constante".
La Unesco no solo reconoció el valor de los monumentos valencianos, sino también todos los actos que envuelven esta festividad que se celebra del 14 al 19 de marzo: desfiles de bandas de música, ofrendas florales y eventos culinarios.
EFE